Yo conocía la figura de Madame Arthur por el libro de Pierrot, pero aún no lo había visto actuar.
Mi primera cita en casa de Pierrot, fue como abrir una puerta a un mundo de sueños, a lo que yo siempre había soñado, formar parte de esa época de esas noches canallas.
Llegué, me recibió de una manera educada y cordial, nunca lo olvidaré. Me sentó en su sofá y me proyectó documentos fílmicos en super8 y digital de Madame Arthur actuando.
Yo tenía claro que lo que estaba viendo era un documento único e irrepetible. Pero algo que escuché más que vi me impresionó, la voz de Madame Arthur.
Una voz ruda, cascada, marcada por la vida, de otra dimensión, solo comparable a la de la Davis o la Dietrich, solo él puede estar a ese nivel.
Qué suerte tuvieron todos aquellos que pudieron escucharle en directo y disfrutaron de su arte.
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